Charo es fea. No una fea de concurso de feos ni de peli de terror, pero es poco agraciada. Charo podría arreglarse un poco pero prefiere convertir su fealdad en una bandera contra las guapas a las que odia -esas fascistas-, teñirse el pelo de morado y vestir con ropa perroflautesca sin importarle que, a su edad, esa ropa parezca un disfraz. Charo está gorda. No es que sea una gorda de barraca de feria ni de concurso de comedores de hamburguesas en Wisconsin, pero le sobran unas arrobas. Charo podría cuidar su dieta y hacer algo de ejercicio, pero prefiere sentirse víctima de la gordofobia, odiar a la gente que está en forma - esos fascistas- y acudir a manifestaciones de otras obesas resentidas y empoderadas. Charo es funcionaria. No un alto cargo de los de mariscada, coche oficial y mordidas, pero tiene la tranquilidad de que no le va a faltar el curro. Por eso odia a los españoles - esos fascistas- que se quejan de la precarización del trabajo que ha traído la invasión mig...
Bitácora de respaldo del Blog de Teletype LA TRINCHERA DISIDENTE. Textos de J.L. Antonaya.