Hubo un tiempo en el que un hombre sentía un legítimo orgullo por su lealtad, su valentía y su sentido del deber en lugar de por sus preferencias sexuales. Que Ernst Röhm fuera homosexual es una circunstancia privada, perteneciente al ámbito de su intimidad, que ni suma ni resta a su trayectoria política y personal. Dicen que Yukio Mishima también era homosexual pero no lo recordamos y admiramos por eso. Personalmente se me dan una higa los gustos y querencias erótico-festivas de los personajes que admiro. El talento, el valor, el patriotismo, la genialidad o la rebeldía frente a la injusticia son conceptos que pueden inspirar un sano orgullo. El resto son cuestiones de cama que a nadie incumben. J.L. Antonaya
Bitácora de respaldo del Blog de Teletype LA TRINCHERA DISIDENTE. Textos de J.L. Antonaya.